Septiembre 26, 2018
El secano costero es el más afectado por esta problemática y las últimas lluvias que han caído en la región han contribuido al aumento de la erosión.
El 70% de los terrenos del Maule están afectados por algún grado de desertificación. Así lo advirtió el académico del Centro de Investigación y Transferencia en Riego y Agroclimatología (Citra), Patricio González. “Se trata de un millón 400 hectáreas que están afectadas por este proceso que es una degradación de los suelos afectados, fundamentalmente por la acción del hombre y por la naturaleza, en ese caso, la erosión hídrica”, explicó.
Aquellas zonas con un grado muy grave y grave de desertificación son Chanco, Curepto, Empedrado, Hualañé, Licantén y Pelarco. El académico afirmó que estos suelos se vuelven improductivos, “para la agricultura tiene una consecuencia fatal porque deja los suelos improductivos, es decir, no se puede volver a sembrar ningún tipo de cultivo porque se vuelven, prácticamente, roca viva”, añadió.
Una de las principales causas es la acción humana a través de la sobreexplotación de tierras, la deforestación y los incendios forestales. “Eso afecta a la economía nacional y regional, en esos suelos improductivos solo se puede plantar pinos que es la última instancia para poder generar algún recurso”, indicó González.
LLUVIAS E INCENDIOS
La problemática se agravó luego de los incendios forestales que arrasó con la flora nativa e introducida. Eso sumado a las lluvias que cayeron recientemente, 130 milímetros en solo 3 días, pegaron directamente en el suelo desnudo y, con las pendientes, este (el suelo) escurre en ríos perdiéndose completamente y quedando roca descubierta que posteriormente creará cárcavas que son suelo muerto no recuperable, y que en nuestra región ha sido una tónica desde la provincia de Curicó hasta Cauquenes”, sostuvo el académico.
“La lluvia tiene una fuerza muy importante desde el punto de vista cinético, en el sentido de que, al caer sobre el suelo desnudo, hace un golpe que dispersa, por lo menos, en un metro y medio la partícula de suelo a su alrededor”, profundizó González. Como consecuencia, lo que queda es roca viva sobre lo que no se puede cultivar.
SOLUCIONES
Si bien las zonas afectadas por un nivel grave o muy grave de desertificación demorarían miles de años en recuperarse, aún hay esperanza para otros terrenos cuyo daño no es tan alarmante. Lo anterior debe implicar mayor conciencia de las personas en el uso de los sistemas de riego.
Según Patricio González, “en el riego por tendido y por surco se aprovecha el 30% del agua y se pierde el 80%, eso genera una gran erosión temporada tras temporada. Lo que hay que hacer es cambiar la estructura de riego: riego por goteo o por aspersión y que el cultivo solo utilice el agua necesaria”.
Otro de los planteamientos es que el sector público y el privado aumente la forestación de vegetación nativa, como Roble, Peumo y Boldo que protegen mucho más el suelo generando humedad, pudiéndose renovar y recuperar de manera más óptima.
Con lo anterior la tarea es proteger los suelos con vegetación, generar en el secano costero una forestación importante y riegos no invasivos que no pierdan la capa vegetal y prefiriendo el goteo y la aspersión. Finalmente, evitar el sobre pastoreo que genera desertificación perdiendo esta capa vegetal y la influencia del hombre por mal manejo.
“Chile debe cuidar esta capa que se demora millones de años en formarse y que el hombre puede perder en dos temporadas. Además de enseñar al agricultor técnicas de manejo del suelo y técnicas de riego para evitar un uso degradativo para un uso constructivo de este. Si queremos ser potencia agroalimentaria mundial tenemos que empezar por cuidar el fundamento de esta potencia que es el suelo y el agua”, puntualizó Patricio González.